Madrid, ya sólo me quedan residuos de ti. Y prefiero vivir en mis sueños irrealizables hasta morir: aún con utopías invadiendo mi mente, aún con el deseo insatisfecho habitando todo mi ser.
Madrid, me diste y me quitaste. Me diste mucho y poco. Me quitaste poco y mucho. Me diste su tiempo y me quitaste mi tiempo. Me diste mi tiempo y me quitaste su tiempo. Mi tiempo nunca fue su tiempo. Su tiempo jamás fue mi tiempo. ¿Acaso existió alguna vez nuestro tiempo? Supongo que su tiempo era tan sólo un ínfimo fragmento de tu tiempo en mí, de mi tiempo en ti.
Madrid, no debí enamorarme de él.
Madrid, sólo podría irme enamorada de ti.
Del desamor y sus demonios...