Del desamor y sus demonios...

sábado, 8 de diciembre de 2007

Unas breves palabras a los varones breves

Hoy tengo ganas de insultarles. Porque unos días más sola y me hundiré en las tantas letras de mis tantos escritos. Tengo que parar. Pensar y escribir empiezan a ser dos caras de la misma enferma enfermedad: ¡el amor en la sola soledad!

Hoy tengo ganas de valorar dedo por dedo de mi pie izquierdo, para mostrarles que todos ustedes juntos no alcanzan el valor de una sola de estas partes de mi cuerpo.

Hoy me he dado cuenta de que no fueron ustedes los que me olvidaron fácilmente, sino que, cuestión no de mi corazón sino de mi mente, fui yo la que sintió más para olvidar menos, y tener algo que escribir, ¡algo decente!

A veces me da risa escuchar y contemplar los chorros de palabras vacías que sus bocas emanan en la desesperación por conseguir la nocturna falacia que (se han inventado) les mantiene vivos y lejos de una sexualidad en desgracia.

Pobres seres escasamente pasionales (y por ello, menos y menos racionales), pues, frente a esa palabrería, yo pregunto y aún sigo preguntando sobre lo que no se respondería: ¡preguntas con imposible respuesta, mi pan de cada día!

Risa y lástima me causan, y sin embargo la utilidad a ustedes me arrastra.

Mis útiles literarios, mis herramientas del deseo y mis mentiras engañadas, ¿han entendido ya que su esencia desde aquí tan sólo es astucia derrotada, ingenuidad otorgada, presunción ridiculizada y alteridad superada?

Y lo más gracioso de este texto en –ada es que no logra quitarse la feminidad que a la letra superior ha sido otorgada.