Tengo el amor a punto de explotar.
Que no se me atraviese ninguna aventura,
ni él, ni tú, ni los demás.
Tengo el amor a punto de explotar.
Y los daños podrían ser irreversibles,
pasionalmente graves,
si me besaras una vez más.
Tengo el amor a punto de explotar.
Y si llegaras de pronto hasta aquí,
Que no se me atraviese ninguna aventura,
ni él, ni tú, ni los demás.
Tengo el amor a punto de explotar.
Y los daños podrían ser irreversibles,
pasionalmente graves,
si me besaras una vez más.
Tengo el amor a punto de explotar.
Y si llegaras de pronto hasta aquí,
al Fin del Mundo,
seríamos, como antaño,
seríamos, como antaño,
sólo dos prisioneros más.
Tú y yo, dos, en mi cárcel personal.
Desaparece ya de mi camino mental. Que mis pensamientos no nos hagan volar. O que mi vuelo no aterrice en nuestra diferente y libre voluntad.
Desde la lejanía de los Andes, te escribo, con la mente enamoradamente en peligro y peligrosamente en amor, esto, ¡pura soberbia verbal!
En la Tierra del Fuego, me quema tu recuerdo, me maltrata tu presencia ilusoria y me persigue tu ausencia real. Y en el Lago Argentino, me moja el riesgo (de lastimar, -me, -nos, -te) que, al final de cuentas, es un glaciar más, derritiéndose poco a poco, por lo lejos que estás.
Pero el estandarte de mi miedo a ti en el hielo de estas frías tierras sudamericanas (¿afortunadamente?) no se puede clavar. Es únicamente en nuestro país en común donde no habría piedad.
Corazones al grito de guerra...
Corazones-soldados nacionales lucharán y latirán por su libertad, en esta común y excéntrica monogamia militar, guerra, tan ajena a la Patagonia, que está por estallar.
Tú y yo, dos, en mi cárcel personal.
Desaparece ya de mi camino mental. Que mis pensamientos no nos hagan volar. O que mi vuelo no aterrice en nuestra diferente y libre voluntad.
Desde la lejanía de los Andes, te escribo, con la mente enamoradamente en peligro y peligrosamente en amor, esto, ¡pura soberbia verbal!
En la Tierra del Fuego, me quema tu recuerdo, me maltrata tu presencia ilusoria y me persigue tu ausencia real. Y en el Lago Argentino, me moja el riesgo (de lastimar, -me, -nos, -te) que, al final de cuentas, es un glaciar más, derritiéndose poco a poco, por lo lejos que estás.
Pero el estandarte de mi miedo a ti en el hielo de estas frías tierras sudamericanas (¿afortunadamente?) no se puede clavar. Es únicamente en nuestro país en común donde no habría piedad.
Corazones al grito de guerra...
Corazones-soldados nacionales lucharán y latirán por su libertad, en esta común y excéntrica monogamia militar, guerra, tan ajena a la Patagonia, que está por estallar.