Del desamor y sus demonios...

miércoles, 20 de febrero de 2008

Una etapa sin vida de una vida sin etapa

Desde ayer tengo el amor atorado en la garganta.
No sé si voy a vomitarlo o a toserlo.

Soltería-soltería que es, simplemente, soltería. Soltería con leche.
Pero no dejo de toser.

Recuerdo que alguna vez te recordé,
y te pierdo sin haberte hallado desde que te perdí.

He derramado tres lágrimas secas mientras jugaba con el poema de Girondo. He dormido ocho horas nocturnas, pero aún no se me apaga la vida. Mi oscuridad de-mente es sólo un ligero apagón de-s-esperanzas.

Nueva York no perdurará en mi eternidad, sino apenas en mi temporalidad. Del lustro madrileño y del año neoyorkino, gasto cinco años de antaño y el año del año.

Éstos son los segundos de mis delirios de nada.
Éstos son los minutos de mi saciedad del todo vacío.
Éstas son las horas de mi hartazgo de soledades acompañadas.

Brooklyn renace en su vejez.
Manhattan envejece en su nacimiento.
Y yo soy la misma desde que cambié.

No me queda más que saborear las vespertinas nostalgias azucaradas que añado a mi matutino café negro del deli fílmico, la nueva soledad de mi vivir sola, y mi etapa de vida cuando no hay ni etapa ni vida.