Una soledad en Manhattan no es más que un engaño para los ociosos. Un engaño en Manhattan no es más que una soledad extra en mi bolsillo. Los acontecimientos que han llenado mis 43 días neoyorkinos prohíben la autoprohibición de mi mundito de amor light. Ayer la vida por fin me miró directamente a los ojos y me dejó bien claro que no tengo otra alternativa: “Resígnate, no hay más Madrid de amor fresco; sólo un presente Nueva York, o un probable París, o un olvidado Londres, o, ¿por qué no?, un posible Tokio… de amor podrido, siempre podrido y podrido para siempre.”
Hoy es 20 de febrero, y en Central Park un actor se volvió escritor porque le pregunté y le respondí a la vida: "¿De qué color es el amor? El amor es rojo. A veces es negro."
Hoy es 20 de febrero, y en Central Park un actor se volvió escritor porque le pregunté y le respondí a la vida: "¿De qué color es el amor? El amor es rojo. A veces es negro."