Déjame besarte con la rechazada entrega de esos labios que duermen a tu lado en mi cama.
Déjame imaginarte como no eres e inventarte como no serás: tocando la guitarra para mis ilusiones, componiendo verdades musicales y cantando absurdos caminos cruzados.
Déjame ser esa que soy, déjame olvidarme de aquella que fui y quiero ser, déjame dejarte, déjame una y otra vez, déjame y déjame, déjame o déjame, para no dejarte en los cinco minutos diarios durante los cuales aún creo en el amor.
Déjame engañar, déjame herir.
O mejor: déjame engañarte, déjame herirte.
Déjame hacer justicia esta vez que me arriesgué a ti.
Esta vez que caí sin caerme.
Esta vez que es la última vez, la única vez, la próxima vez, la enésima vez, la vez.
Déjame esta vez vivir la mejor de las veces.
Déjame esta vez.